¿Sólo nueve formas de ser?

Es común escuchar que “el Eneagrama describe nueve personalidades, nueve formas de pensar, sentir y actuar”. Inclusive así aparece en muchos libros, haciendo referencia a los nueve eneatipos que puede tener una persona.

A nuestro entender, esta expresión es incorrecta. Cada persona no sólo es única, sino que a cada instante y ante cada rol que desempeña, opta en forma consciente o automática por diferentes maneras de pensar, sentir y actuar.

Esto nos llevó a agregar una más a las conocidas leyes de formación del símbolo del Eneagrama:

  • Ley del UNO (círculo),
  • Ley del TRES (triángulo)
  • Ley del SIETE (hexagrama irregular).

Se trata de la Ley del NUEVE, donde advertimos que cada número, del 1 al 9, al ser dividido por 9, nos da por cociente un número decimal con una serie compuesta por infinitas repeticiones del dividendo (por ejemplo, 5/9=0,555…), lo que sugiere que, dentro del Eneagrama y debido al movimiento de la energía de la personmnalidad entre los nueve puntos que la componen, hay infinitas maneras de ser de cada eneatipo.

Si bien nuestras acciones y reacciones muchas veces parten de nuestro eneatipo, nadie es “eneatipo puro”. Por eso, contar con conocimientos en Eneagrama no habilita a «etiquetar» a las personas bajo un número.

El Eneagrama no es un destino, una identificación automática, sino un método para acompañar el proceso constante de autoobservación, trabajo que sólo una persona puede hacer por sí misma.

Todos tenemos una personalidad compleja por la combinación de energías que en el Eneagrama identificamos con los nueve atributos.

¿Cambia con el tiempo el porcentaje de energía que tenemos en cada atributo? ¡Claro que sí! Nuestra personalidad se encuentra en constante movimiento y cambio.

Entonces, podemos afirmar que en nuestra vida no tenemos una única manera de sentir, pensar y actuar que se atribuya a nuestro eneatipo. 

¿Cuántos sabores tiene la vida?

Para explicarlo metafóricamente, podríamos decir que cada persona es una ensalada de frutas. El eneatipo es una de esas frutas y las otras son los ocho atributos que completan la personalidad.

Siguiendo la imagen ilustrativa de este artículo, Laura tiene predominantemente sabor a frutilla (E2) y Orlando, a mandarina (E1). 

Si bien la frutilla le da ese gusto predominante a la vida de Laura y la mandarina a la de Orlando, en distintos momentos las cucharadas pueden tener más gusto a damasco (A6), a frambueza (A4) o a otra fruta. O también el gusto de alguna combinación, por ejemplo de pomelo (A8), cereza (A3) y ciruela (A7), o bien naranja (A9) y durazno (A5), etc.

A su vez, esas frutas pueden estar maduras (en luz), verdes (sin desarrollar) o pasadas (alteradas). Por eso, la ensalada puede resultar un postre jugoso o seco, gustoso, insípido o hasta desagradable (diferentes niveles de conciencia).

Cuanta más variedad de frutas (atributos) incorporemos en forma positiva a nuestra ensalada (nuestra personalidad), más cualidades y riqueza tendremos.

El Eneagrama nos ayuda a reconocer cómo elegir el punto adecuado de nuestra fruta básica (eneatipo), en cada momento y para cada situación y, desde allí, el de las demás frutas de la personalidad, sus combinaciones y proporciones más convenientes para el menú del momento.

¿El objetivo? Lograr un mejor sabor (sabiduría) y ser más nutritivos para quienes se acercan a nosotros (relaciones y vínculos).

Esto es lo mejor que podemos hacer para “dis-frutar” la vida.

Laura+Orlando

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