Las dificultades nos fortalecen

¿Pueden las dificultades ser mis maestras?

“Las semillas de la sabiduría, de la paz, de la salud y de la integridad se encuentran en el seno de nuestras dificultades.
Cada circunstancia, cada persona que se nos presenta puede enseñarnos como un maestro, expandiendo nuestra conciencia hacia otras dimensiones. Todo aquello que acariciamos con nuestra sensibilidad es una oportunidad de transformar el barro en oro.
La transformación es posible a cada momento. 
Al transformarnos nos sanamos. Así, la vida deja de ser una lucha de éxitos o fracasos para convertirse en una danza del corazón.
Lograrlo está en nuestras manos.”

Del libro “El Laboratorio del Alma” de Stella Maris Maruso

En la adversidad está el mayor aprendizaje

En mi caso personal, fue en la adversidad encontré nada menos que mi ideal y mi misión de vida. Durante años me cuestionaba y miraba hacia arriba o hacia afuera y me preguntaba ¿por qué?, en lugar de mirarme a mí mismo, hacia adentro, y preguntarme ¿para qué?

Y todo estaba allí: en los problemas diarios, en el desencuentro con los más queridos, en mi manera errante de vivir mi vida. Todos eso me hizo percibir esa necesidad de transformarme.

La salida es hacia adentro

La ayuda del Eneagrama me permitió encontrar dentro de mí esa llama de fuego que hoy me alienta y me conforta. Me dio llaves de transformación de mí mismo, y desde allí, como consecuencia, también del entorno.

Así surgió mi necesidad permanente de reflexionar, de fortalecer mi observador interno y de tratar de tomar las mejores decisiones para intentar crecer. Increíblemente mi energía fue pasando de unas ideas a otras que me reconfortaban más. Me dirigí hacia actividades más nutritivas, a mejores forma de vincularme, a vibrar más intensamente mi vida y a servir con entrega amorosa.

La tarea y el esfuerzo no es menor a lo que era mi vida antes, todo lo contrario. Pero ahora me acompaña un estado de felicidad mucho mayor.

La vida es un viaje, no un destino

No se trata de que sienta o piense que haya llegado a nada. Sino de saber a dónde voy.

Aunque sigo atravesando descarrilamientos, curvas peligrosas, raspones y hasta choques, tengo un rumbo que me guía hacia dónde caminar.

Ahora mis maestros de cada día son las personas con las cuales me encuentro en el camino. Me enseñan enfrentando mis virtudes y mis defectos, a veces por las buenas y otras por las malas. De esa manera me ayudan en mi caminar.

Orlando Alfonso

Formador de Eneagrama – Eneaunydos